LUCES Y SOMBRAS EN EL USO DE PANTALLAS

Cada día aparecen más artículos científicos evidenciando que el uso excesivo de medios digitales y pantallas de todo tipo repercuten adversamente en la salud física, psicológica, social y neurológica de las personas. El tiempo de exposición, el contenido, nocturnidad y cantidad de dispositivos determinan los efectos por duración excesiva. La falta de sueño, enfermedades cardiovasculares, obesidad, problemas de visión y reducción de la densidad ósea son algunas de las consecuencias para la salud física. La perturbación del sueño añade síntomas depresivos, incluso suicidas, asociados al escaso descanso por el uso nocturno de dispositivos y la dependencia al móvil. Si hablamos de contenidos, y son violentos y de ritmo rápido, el aumento de dopamina suma más problemas de sueño si la exposición es temprana y prolongada añadiendo riesgo de aislamiento, comportamiento antisocial y disminución de las relaciones interpersonales. A nivel psiconeurológico, el uso adictivo de las pantallas se asemeja al comportamiento del consumo de sustancias y a cambios estructurales relacionados con el control cognitivo de los impulsos y la regulación emocional, así como una disminución de la concentración y atención. Ver estudio sobre Efectos fisiológicos y psicológicos adversos del tiempo frente a la pantalla en niños y adolescentes:


Por otro lado, no todo son amenazas, las aplicaciones móviles y la telemedicina pueden ayudar en la detección de síntomas depresivos e ideas suicidas mediante el uso de mensajes de texto. Son rápidas y seguras, pero siempre deben estar acompañadas de una intervención y evaluación psicológica clínica, cara a cara, para la estrategia preventiva, porque es alta la importancia de la prevención del suicidio en jóvenes. Ver estudio del rol de las nuevas tecnologías en la Prevención del Suicidio en Adolescentes.


Conclusión:

La cultura de las pantallas tiene ventajas y facilidades para la vida, acceso a la información, oportunidades de trabajo, ayuda en caso de urgencia… pero en niños y adolescentes son grandes los inconvenientes si la exposición no está bien gestionada. La familia y educadores detectan la dispersión, falta de concentración y motivación, baja autoestima, ansiedad, estrés, accidentes, intentos autolíticos, y falta de comunicación y aislamiento. Es complicado conocer si nuestros hijos o alumnos, están en ese margen de riesgo, pues nos rodean ordenadores, televisores, móviles, tablets… Explorar el espacio interior o las vicisitudes emocionales tampoco es sencillo. Debe alertarnos el desbordamiento emocional, la tristeza, distracción generalizada, accidentes, apatía… signos que no deben confundirse con el reto que supone la etapa adolescente, en la que buscan saber quienes son o qué quieren, muestran inseguridades, anhelan independencia y deben integrar su propia sexualidad, y les perturba no saber qué desean, así que es una responsabilidad de todos si deseamos actuar de manera eficaz y preventivamente.

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¿BÚHOS O ALONDRAS?: IMPORTANCIA DEL SUEÑO/DESCANSO